Durante un viaje siempre queremos evitar las sorpresas negativas para pasarlo bien. Pero es evidente que en cualquier momento nos pueden suceder cosas inesperadas, confusiones e incluso nos podemos llevar algún que otro susto.
Por eso, en Ruta-B hemos recopilados algunos de los errores que todos hemos cometido alguna vez cuando viajamos con la sana intención de que tú tengas más suerte y puedas evitarlos.
Un clásico, como su resultado: Has comido poco, malo y caro. Lo mejor que puedes hacer siempre que estés de viaje es olvidarte de los turistas y seguir a los locales. Habla con ellos, pregúntales. A buen seguro que te ayudarán a descubrir sabores auténticos y riquísimos que, además, resultarán ser mucho más económicos.
Evidentemente no queremos que te ocurra nada durante tu viaje, pero desgraciadamente no está en nuestras manos. Recuerda llevar siempre contigo un pequeño botiquín con medicinas básicas que te ahorrarán la siempre costosa búsqueda de farmacias… u hospitales.
Entendemos que tu presupuesto es ajustado, pero recuerda que quizá nunca regreses a esa playa o a ese pueblito. El viaje es para disfrutarlo, y parte de ese disfrute está en los pequeños placeres. No te quedes sin un momento único por ahorrar unas monedas.
No uses gestos de manos si no estas completamente seguro de sus significados en la cultura en la que te encuentras. Por ejemplo, un gesto tan simple y a priori tan universal como el pulgar arriba puede significar distintas cosas en distintos países del mundo. Avisado quedas.
Sí, sabemos que para viajeros como tú estos locales no tienen nada que contarte. ¿Seguro? Piensa que en las oficinas de turismo no sólo puedes encontrar información sobre qué ver en la ciudad, también suelen ofrecer ofertas y tienen la agenda de actividades culturales actualizada. No deberías pasar de largo la próxima vez.
¿No sabes dónde ir a comer? ¿O si puedes llevar tu perro al avión? No dejes de creer en la fuerza de las redes sociales, tuitea tus problemas y alguien seguramente te ayudará. Para bien o para mal estamos en un mundo cada vez más digital. ¡Aprovéchalo y no entres en Facebook solo en la oficina!
Es normal soltar algún garabato o incluso hablar a gritos sobre el número de tu habitación y el nombre de tu hotel. Pero debes aprender a controlar ese impulso. En cualquier lugar del mundo puede estar escuchando quien menos te imaginas. Trata de prevenir cualquier tipo de situación violenta o riesgosa.
Mantén siempre a alguien informado de dónde estás. Aunque es divertido desaparecer, igual es necesario que alguien sepa en qué camino vas. Además, te ahorrarás muchas llamadas perdidas de tu madre.
Al meter la mano en la mochila para buscar tu cámara de fotos has tocado algo asqueroso, algo que no debería estar ahí, pero que está y no será fácil de limpiar. Recuerda siempre guardar tus cremas, champús y similares en bolsas de plástico para evitar que se derramen, que es bastante más fácil de lo que piensas y pueden causarte un buen disgusto.
Sabemos que te cuesta separarte de esas zapatillas llenas de agujeros que calzas desde hace años, pero el calzado es fundamental para disfrutar de un viaje. O, al menos, para no arruinarlo. No te pedimos que gastes lo que no tienes en unas botas último modelo, pero sí que utilices siempre calzado ligero, transpirable y, sobre todo, cómodo. Tranquilo, tus zapatillas te estarán esperando en casa.
Sí, es un aburrimiento y probablemente no tienes tinta en la impresora, pero seguro que no quieres quedarte sin hotel o sin restaurante porque no llevas contigo esa maldita hojita y el empleado no se fía de lo que ve en tu celular. Imprime siempre todas tus reservas y, de paso, lleva siempre una fotocopia de tu pasaporte. Nunca se sabe.
Ropa de verano y de invierno, bañador y botas de montaña, más ropa, otro abrigo, toallas… Mala idea. Una maleta liviana será tu mejor aliado en un viaje. Aprende a desenvolverte con menos equipaje para disfrutar más de la experiencia.
Es metafísicamente imposible que en unos pocos días puedas conocer cada rincón de la ciudad, probar todos los platos típicos de cada uno de sus restaurantes, visitar todos sus museos, hablar con todos los lugareños y descubrir todos sus bares. En serio. Olvídalo. Acuérdate de que deberías disfrutar del viaje a tu ritmo, y consuélate pensando que ya tienes una excusa perfecta para regresar.