Este viernes se celebra en todo el mundo el Día de la Tierra, una jornada que tradicionalmente se dedica a crear conciencia sobre los problemas que asolan al planeta en que convivimos y que busca promover una mayor implicación en su disfrute y cuidado. Por ese motivo, desde Ruta-B queremos animarte a salir y conocer de primera mano el suelo chileno, uno de los más ricos en biodiversidad del mundo, con varias propuestas de rutas por la naturaleza y por la ciudad pensadas para disfrutar caminando, en bicicleta o incluso a caballo. Ocho planes perfectos para cualquier fin de semana, incluido el que empieza.
Tu mente solo piensa en los próximos días marcados por el esfuerzo para llegar hasta el final del trekking. Sí, será largo, pero valdrá la pena. Comienzas en el lago Chaiguata, bordeando su silueta te encuentras con escenarios increíbles que son el reflejo de lo que naturaleza quiere expresar. La brisa roza tu piel, que ya manifiesta calor. Respiras profundo, el aire no es como en ningún otro lugar: es puro, como debe ser. La noche cae y es momento de descansar, miras el cielo luminoso y lleno de estrellas… será una noche en compañía.
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Posiblemente no sea como visitar el cañón del Colca en el Perú, pero vamos ¿ver cóndores en Santiago? Es algo que ni siquiera la mayoría de los chilenos sabe que es posible. Sólo hay que calzarse unos buenos zapatos, ponerse el mejor gorro de explorador y partir 60 km. al sur de la ciudad (que en Santiago es prácticamente la vuelta de la esquina) para cambiar casi por arte de magia los edificios, gentío y el tráfico por bosques, quebradas y, por supuesto, cóndores. Temprano por la mañana, observas cómo estas majestuosas aves de más de tres metros de envergadura comienzan a bajar de lo alto hasta que prácticamente las ves planear a unos pasos de distancia. Como para tomar esa foto estilo National Geographic que te convertirá en el más aventurero de Instagram… al menos por un rato.
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Tu estado físico será tu mejor compañero en la travesía de perderte por el Parque Oncol. En dos ruedas viajas por el bosque en busca de nuevas aventuras y desafíos. Hoy tu camino está diseñado para ver contrastes de colores, animales en su hábitat natural y vistas con las que nunca antes habías tenido contacto – en especial siete volcanes al mismo tiempo. El camino se ve intenso pero no desistes, menos aún al pensar que el final de la ruta te dejará a la orilla del mar. Ya piensas en refrescar tus pies en la playa, solo unos minutos más para terminar el descenso.
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Son 6 kilómetros los que te dispones a caminar hoy. Esperas encontrarte con una vista única de esta zona de Chile. Aunque todo parece árido, los cerros te atraen porque sabes que puedes encontrar una que otra belleza llena de vida. Desde la iglesia del pueblo de Gualliguaica la travesía comienza y tu meta es llegar a la cima de 1.450 metros sobre el nivel del mar. El camino zigzaguea constantemente entre piedras y en cada vuelta, es una nueva perspectiva. Entre roqueríos gigantes ya puedes ver la cumbre, la ansias porque sabes que desde allá la vista hacia el tranque es perfecta.
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Los pies de la Cordillera de Los Andes son un mundo paralelo. A pocos kilómetros de una gran jungla de cemento aún se mantiene una zona un poco virgen, un poco inhabitada y un poco secreta: los senderos de las montañas. Sus colores, sonidos y aromas son únicos, te atrapan para descubrirlos y protegerlos. Desde la ventana del auto, después de pasar la localidad de San José, empiezas a observar un cambio de vegetación mágico. Te das cuenta que cerca ya estás del Valle de Las Arenas. Los verdes quedan atrás, y los colores de roca intensa aparecen, una especie de arcilla inunda bellamente el lugar. El sol pega en las montañas como si quisiera prenderlas. Sus líneas y colores te hacen cuestionar cómo todo esto se formo. Cabras caminan por los cerros, bordeando y guiando el camino hacia el glaciar. No hay nada más que seguir… pronto llegas a la mejor vista panorámica de este lugar. ¿Glaciares en la región Metropolitana? Y por qué no, uno nunca sabe los secretos que se esconden más allá de sus narices. Y como buen viajero, no dejas ninguna huella de que estuviste aquí. Queremos que siga siendo un gran secreto.
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Hoy tienes ánimo aventurero, pero no quieres alejarte demasiado de la ciudad. Hace tiempo que conoces la existencia del cerro El Mauco pero nunca te has atrevido a llegar hasta él. Hoy es el día. Te calzas tus mejores botas y te pones en marcha. A los pocos pasos descubres que un animado grupo de mariposas de Chagual (las más grandes de Chile) han decidido acompañarte. Vas dejando atrás el bosque, la naturaleza cambia de forma y aparecen los primeros petrillos, los higuitus y los naranjillos. Ahora sabes por qué los pueblos originarios se establecieron en este cerro. Sigues ascendiendo. Lo mejor está al final del camino: una espectacular vista del Océano y la Cordillera en perfecta unión. ¿Cómo has tardado tanto tiempo en descubrirlo?
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Era solo una meseta sin presencia humana alguna. Luego fue el lugar más importante para la defensa del puerto de Valparaíso. Pero más adelante, en el siglo XIX se urbaniza esta parte de la ciudad siendo hoy uno de los lugares más residenciales con construcciones de viviendas al estilo europeo y donde se concentra aproximadamente un tercio de la población de la comuna. Es un sector de Valparaíso distinto al que acostumbras ver en fotografías, este no es tan turístico, bien residencial, auténtico e único. Las calles y pasajes te muestras realidades distintas, pues se une la vida universitaria, centros deportivos, residencias y cultura-patrimonial.
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Lejos de la jungla de concreto pero adentrándose a la selva de intensos verdes descubres un lugar al que solo los aventureros como tú pueden llegar. Comienzas la caminata bordeando el río. Escuchas cómo el agua golpea las piedras, solo eres tú y este sendero que cada cierto tiempo te muestra unas flechas azules indicando el camino y la distancia que te falta para llegar. ¡Ya solo 300 metros! Finalmente ves las pequeñas lagunas solitarias, cruzas el puente de madera y con mucha curiosidad pones tu pie en el agua. Es tibia como te prometieron, tranquila como deseabas. Te sacas la ropa para disfrutar de este baño con vistas a los inusuales paisajes precordilleranos tan cercanos a la ciudad.
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