Por Belén Carracedo D.*
La forma de viajar está cambiando. Existe una tendencia cada vez más extendida por parte de viajeros de todo el mundo de conocer el impacto que puede generar su visita a un determinado territorio. Por tanto, lo que se denomina turismo industrial está siendo cuestionado por su eventual influencia negativa en los pilares fundamentales del crecimiento de todo lugar: lo social, lo ambiental y lo económico.
En el caso de Chile esta tendencia ya está en camino, aunque todavía falta que los beneficios y ventajas de esta inmensa actividad económica lleguen de manera notable y constante a los sectores más modestos y pequeños de la larga cadena de servicios que giran en torno a esta industria. Esto es lo que, precisamente, busca revertir el creciente turismo responsable, donde el concepto comunitario juega un rol sustancial.
Pero, ¿qué es el turismo comunitario? Es un efectivo modelo de desarrollo económico que da vida y empodera a las comunidades rurales quienes son capaces de instalar y operar sus propios micronegocios, logrando tres objetivos fundamentales:
Es un principio básico para que este modelo se desarrolle con garantías de éxito que estas comunidades mantengan el apego a sus raíces y no abandonen sus actividades tradicionales como pueden ser la agricultura, la ganadería, la pesca o la artesanía, que son la base de la identidad cultural de cada pueblo. Para ello, todo este acervo debe integrarse efectivamente a los servicios turísticos que se presten.
Por lo tanto, la esencia del turismo comunitario no es la actividad ni el beneficio individual, sino que su sello es lo colectivo: varias familias se unen en este propósito y crean un vínculo de colaboración solidaria para cubrir en conjunto el servicio o producto que entregarán a sus visitantes.
Cada día son más aquellos actores que trabajan por el fortalecimiento de estas instancias en Chile: la Eco Red Likan Antay en San Pedro de Atacama; Trekaleyin en el Valle del Queuco, Alto Bio Bio; Mapuche Trekan en Valle de Elicura; la Red Turística Mapuche del Lago Budi y Mapu Lahual; la primera red de parques indígenas de Chile. Asimismo, cabe destacar organizaciones como Travolution o Evoluzion Travel, que trabajan junto a las comunidades locales para el desarrollo de un turismo responsable.
En resumen, el turismo comunitario genera un equilibrio crucial entre la implementación de las iniciativas económicas, la responsabilidad social, ambiental y el cumplimiento de las expectativas del turista, logrando hacer del lugar un destino turístico sostenible a cabalidad: respetando a la naturaleza y sus recursos, a cada individuo y sus derechos, y finalmente, a la comunidad y sus sueños.
Belén Carracedo D. es CEO y Fundadora de Ruta-B.com