Actualidad Viajera

Editorial: Viajaban solas

jueves, 03 marzo 2016 2593 Views 0 Comments

La pasada semana dos jóvenes viajeras argentinas, Marina M. y María José C., fueron vilmente asesinadas en una localidad turística de la costa de Ecuador, cuyo nombre, aunque es de sobra conocido, no citaremos para no perjudicar a sus habitantes y a la industria turística del lugar. El desgarrador relato de este crimen machista y la memoria de ambas viajeras no debe quedar en el olvido. No se trata solo de pasar página y dejar en manos de la justicia a los asesinos (confesos aunque jurídicamente todavía presuntos) de ambas muertes, para quienes solo se puede desear la más severa de las sentencias condenatorias. No. Hay mucho más.

Desde que el 22 de febrero se diera a conocer la desaparición de Marina y María José y poco después el gobierno ecuatoriano informara de su fatal desenlace, los medios de comunicación de todo el mundo y las redes sociales no han dejado de publicar notas y opiniones de todo tipo. Para sonrojo de muchos, mayoritariamente se ha llegado a culpabilizar a las dos jóvenes de su injusto destino. Sí. Hemos asistido a un macabro e intolerable ejercicio de manipulación según el cual el mero hecho de que dos mujeres viajen solas las sitúa en el centro de la diana y las hace merecedoras de toda suerte de abusos y agresiones.

Sí, han escuchado bien. Viajaban solas. Según la arcaica mentalidad de muchos habitantes de este planeta dos personas mayores de edad que viajan juntas también pueden, por arte de birlibirloque, estar al mismo tiempo solas. Curioso. Mejor dicho, asqueroso. ¿Pensarían lo mismo si las víctimas hubieran sido dos hombres? ¿También viajan solos dos hombres?

Lo cierto es que más allá del execrable crimen de Marina y María José, se esconde una realidad que muchos siguen sin querer ver: el machismo mata. Y da absolutamente igual que se trate de dos viajeras lejos de su casa y sin dinero, o de una ama de casa o de una emprendedora o de una estudiante. El machismo mata. Y la sociedad sigue justificando estos crímenes y culpabilizando a las víctimas. Porque viajaban solas.

Es cierto que al emprender un viaje se asumen ciertos riesgos. Básicamente, similares a los que se asumen al salir de casa cada día. Es cierto que es responsabilidad individual exponerse más o menos a estos riesgos. Resultaría estúpido (y peligroso) saltar en paracaídas sin saber cómo activarlo, como también lo sería desafiar las costumbres culturales o religiosas de un determinado país de pensamiento extremista. Nadie duda de que el asumir estos riesgos puede acarrear desgracias personales de una u otra índole, de mayor o menor gravedad. Pero eso no es una cuestión de género, más bien, es una cuestión de suerte. Miles de viajeras de diferentes países llegan a la misma localidad a la que llegaron las fallecidas cada año y regresan a sus casas sin el menor rasguño. Pero les ha tocado a ellas. Quizá arriesgaron más de lo debieran, confiaron en quien no debían confiar. Pero ese hecho no debe apartar el foco de la única realidad posible: ellas fueron las víctimas y no las culpables. Y fueron víctimas por ser mujeres.

En Ruta-B somos viajeras y viajeros y no tenemos que justificarnos por ello. Lo hacemos (y lo contamos) porque nos gusta. Y queremos seguir haciéndolo, viajemos solos o en compañía. Desde nuestra plataforma tratamos de inculcar siempre el respeto a las personas, tradiciones y culturas que visitamos y conocemos. Y nos gusta recibir de todos los pueblos del mundo el mismo respeto. Asumimos riesgos, sí. Y también nos responsabilizamos de nuestros actos porque son plenamente voluntarios. Pero nada, repetimos, nada, justifica que se culpabilice a una (o dos) viajeras por haber sido asesinadas de manera vil, cobarde… y machista.

Desde Ruta-B condenamos sin paliativos este execrable crimen y nos unimos al dolor de los familiares y amigos de Marina y María José.

#NiUnaMenos

Ruta-B

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